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El misterio de la Sábana de Turín y el Lienzo de Oviedo.

 

Uno de los misterios más fascinantes del cristianismo es el de la llamada Sábana Santa de Turín, un sudario que muchos suponen fue el utilizado para cubrir el cuerpo de Jesús.

Aquí es muy importante hacer una precisión:

LA IGLESIA CATÓLICA NO SE HA PRONUNCIADO OFICIALMENTE SOBRE LA AUTENTICIDAD DEL SUDARIO.

Su Santidad el Papa Juan Pablo II ha declarado que la Iglesia nada tiene que decir sobre la autenticidad del sudario, cuestión que debe ser aclarada por la ciencia.

Es la postura más lógica porque a fecha de cuando estoy escribiendo estas líneas (abril del año 2001) ha sido imposible demostrar si es o no es. La Iglesia deja libertad a los creyentes para que crean o no. La creencia o no creencia en la Sábana de Turín es una cuestión personal. Por ejemplo: el Papa cree que verdaderamente es una reliquia pero como la Iglesia no puede demostrarlo cree en la Sábana a título personal, no a título oficial, a la espera de que la ciencia, algún día, pueda determinar la verdad. Esta postura es, sin duda alguna, la más acertada y yo la suscribo al 100%.

Los famosos exámenes a que fue sometida la Sábana de Turín para conseguir una datación mediante la técnica del carbono 14 (C-14) han resultado polémicos. Los exámenes datan la pieza alrededor del siglo XIV después de Cristo, sin embargo, la contaminación de la Sábana con un porcentaje de hidrógeno enormemente superior al normal debido a los incendios que ha soportado, hace que este examen no sea fiable en gran medida, por lo que volvemos a estar como al principio. El análisis del tejido indica que muy posiblemente sea del siglo I después de Cristo y las muestras de polen que contiene revelan que estuvo largo tiempo en Palestina. La Sábana es famosa por presentar una imagen en negativo de un hombre con signos de haber sido crucificado, una imagen "impresa" de tal manera que la ciencia no puede explicar cómo se produjo tal impresión. Sin embargo, eso no demuestra que la Sábana cubriera el cuerpo de Jesús. A lo sumo podemos decir que hay muchas posibilidades de que nos hallemos ante el sudario de un hombre que fue crucificado en el siglo I y que, entre otros detalles reveladores, llevaba puesta una corona de espinas. Ya sé que las coincidencias son muchas, pero hemos de ser muy cautos: recordad que si juntáramos todas las reliquias que se asegura son astillas de la cruz de Jesús no tendríamos una cruz... ¡sino un bosque entero! Comparto plenamente las cautelas de la Iglesia. Lo que sea, será.

Y así estaban las cosas, con unos diciendo que era el sudario de Cristo y otros diciendo que no, cuando de repente, desde Oviedo, la preciosa e histórica ciudad de Asturias, España, nos llega una información que nos deja a todos, creyentes y no creyentes con la boca abierta.

Desde el siglo XII d.C se custodia en la catedral de Oviedo un extraño Lienzo rectangular de unos 83 cm de longitud cubierto por unas extrañas manchas marrones. Sus custodios aseguran desde hace más de ocho siglos que ese Lienzo cubrió el rostro de Jesús muerto. Al hilo de toda la polémica creada por los estudios sobre la Sábana de Turín, los de Oviedo volvieron a alzar su voz para defender la autenticidad del Lienzo y los científicos de la universidad de Valencia decidieron callar esa voz "demostrando que el Lienzo era falso". Así, un equipo dirigido por el catedrático de medicina legal de la universidad viajó a Oviedo donde examinó ocularmente el Lienzo y extrajo una serie de muestras para su análisis científico en Valencia. El director de la investigación declaró que "estaba convencido de que aquellas manchas no podían ser sangre", pero su sorpresa fue mayúscula cuando al ver las muestras al microscopio comprobó que aquello era sangre del grupo AB. El equipo quedó desconcertado y entonces alguien recordó que la sangre encontrada en la Sábana de Turín también pertenecía al grupo AB. Inmediatamente se cotejaron ambos paños y los resultados son tan sorprendentes como espectaculares.

La superposición demuestra que las manchas de sangre del Lienzo de Oviedo se corresponden exactamente al milímetro con las de la Sábana de Turín. Eso significaba que ambos paños habían estado en contacto con el mismo rostro.

¿Cómo era posible que hubiera dos sudarios?

En realidad no hay dos sudarios. La costumbre obligaba a cubrir el rostro de un crucificado al ser bajado de la cruz (hoy en día lo primero que hacemos cuando encontramos a un muerto en un accidente también es cubrirle el rostro) y para ello se utilizaban paños que envolvían el rostro del martirizado. El Lienzo de Oviedo envolvió el rostro de un hombre crucificado marcando claramente todas las heridas, incluidas las producidas por la corona de espinas. Al llegar al lugar del enterramiento el cuerpo fue preparado, se retiró el Lienzo que cubría su cabeza y se le envolvió en la Sábana tal y como prescribía la ley. Por ello las heridas de su rostro quedaron impresas en dos paños distintos que reflejan exactamente las mismas marcas de sangre. En el Lienzo de Oviedo no hay señal alguna de la imagen que aparece en la Sábana de Turín, tan sólo aparecen las manchas de sangre del grupo AB que es el más común entre los semitas de Palestina.

¿Qué demuestra esto? Demuestra que ambos paños, el de Turín y el de Oviedo fueron utilizados en el mismo cuerpo, el cuerpo de un hombre que fue crucificado probablemente el siglo I de nuestra era.

Pero eso no demuestra que ese cuerpo fuera el de Jesús.

 

Preguntas sin respuesta:

En la Sábana de Turín aparece la famosa imagen misteriosamente impresa por causas no naturales de un hombre con múltiples heridas y contusiones por todo el cuerpo. Entre las muchas heridas que presenta este cuerpo atrozmente torturado destacan: heridas múltiples de carácter punzante en el cuero cabelludo producidas, muy probablemente, por una corona de espinas; heridas faciales entre las que destaca la rotura del tabique nasal; múltiples heridas en el torso provocadas por flagelación; perforaciones en ambas manos y pies provocadas por los clavos con los que fue clavado a la cruz y contusiones provocadas por caídas, golpes, etc.

Algunos pretenden que la Sábana de Turín es una "falsificación", un paño pintado en la edad Media, pero hay muchos puntos que demuestran que no lo es. He aquí los más significativos:

1- Si fuera una falsificación la imagen del crucificado hubiera sido pintada sobre la Sábana, pero no hay restos de pintura sobre el paño. Hoy por hoy la ciencia es incapaz de determinar cómo fue impresa la imagen. además, cualquiera que sepa algo de arte ve a simple vista que la imagen representa la imagen perfecta de un hombre, cuando el canon utilizado en la época a la que los escépticos atribuyen la Sábana para representar la figura humana era muy, muy distinta.

2- La posición de las heridas de los clavos en manos y pies no se corresponden con lo que tradicionalmente se ha creído (se pensaba que los crucificados eran clavados por las palmas de las manos). Las heridas corresponden a una crucifixión real, datos que en la Edad Media se desconocían evidentemente.

3- Las heridas producidas por la flagelación se corresponden exactamente con las producidas por un flagelo, algunas de ellas son tan pequeñas que es imposible que fueran "pintadas" en una época en la que no existían no ya los microscopios, sino ni siquiera las lupas.

4- Sabemos que la corona de espinas no se ponía a todos los condenados, y muy probablemente el caso de Jesús fuera, si no excepcional, si muy raro ya que se la pusieron como "broma" al ser declarado culpable de pretender el trono de Israel. Es muy curioso que el hombre que envolvieron ambos paños presente heridas punzantes producidas muy probablemente por una corona de espinas. El hombre crucificado probablemente fue acusado de mesianismo.

5- Los restos de polen y de otras sustancias y el análisis del tejido con el que fue confeccionada la Sábana demuestran que tanto la Sábana de Turín como el Lienzo de Oviedo son originarios de la Palestina del siglo I de nuestra era y que contienen sangre humana del tipo AB.

Si la Sábana de Turín fuera una "falsificación" ya sabemos que los falsificadores hubieran tenido que coger en el siglo I a un hombre, torturarlo y después crucificarlo, ya que la Sábana no presenta restos de pintura, sino de sangre humana. De "falsificación" nada de nada.

Esto nos lleva a pensar que la Sábana de Turín y el Lienzo de Oviedo se utilizaron para cubrir a un hombre, el mismo hombre, que fue crucificado en el siglo I de nuestra era en algún lugar de Palestina. ¿Quiere decir eso que ese hombre fue Jesús? No. Ni quiere decir que sí, ni quiere decir que no. Lo que sabemos es eso, lo demás aún no hemos podido constatarlo científicamente y mientras tanto la postura oficial de la Iglesia Católica es que cada creyente utilice su libertad para decidir personalmente sobre el tema.

 

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