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El JESÚS oculto
Un pequeño inciso: ¿Cuándo nació Jesús? No es algo que tenga importancia teológica, pero la curiosidad histórica nos lleva a preguntárnoslo. Generalmente se cree que Jesús nació el año 1 de nuestra era. En realidad Jesús nació el 6 ó el 7 (antes de Cristo), ya que fue en esta fecha cuando se realizó el censo ordenado por el gobernador de Siria, Cirino, y que obligó a José y a María, que residían en Nazaret, a viajar hasta Belén para registrarse, ya que ambos eran de la tribu de David. Y allí, en Belén, fue donde nació Jesús. El error lo cometió Dionisio el Exiguo en el siglo VI al hacerse un lío con las fechas, pero no es más que una anécdota que en nada influye en el Mensaje de Cristo.
No podía tener el Hijo de Dios un alumbramiento más digno que en un establo, adorado por pastores. Frente a los palacios y a las riquezas mundanas, Cristo nos dio una lección eterna de humildad. Dios no necesita mármoles ni oro para afirmar su dignidad porque Dios es Dios en el establo y donde haga falta. Es la soberbia humana la que se adorna con joyas. Dios sólo necesita adornarse con su Poder.
Grabado de Doré donde se ilustra la Natividad: el nacimiento de Cristo en el establo de la posada de Belén.
Es el maravilloso Evangelio de Lucas el que más nos acerca a la vida del Jesús niño y adolescente, ese Jesús oculto por el que el evangelista muestra tanta admiración. Lo más probable es que fuera la propia Virgen María la que le relatara al evangelista esos recuerdos que como Lucas dice, ella guardaba vivamente en su corazón.
¿Cómo fue la vida del Jesús niño?
Como la de cualquier otro niño de Nazaret:
acostumbrado a ver a José trabajando duramente en su carpintería con esfuerzo y dedicación
y a su Madre María ocupándose de las tareas del hogar como la cocina o la confección de ropas.
¿Cuándo tomó conciencia Jesús de quién era realmente? Lucas en el segundo capítulo de su Evangelio nos lo narra así (versículos 41-49):
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la
Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al
volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su
padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le
buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a
Jerusalén en su busca.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los
maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos
por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre
le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te
andábamos buscando.»
El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de
mi Padre?»
Los Evangelios nos muestran a un Jesús que es plenamente consciente de su destino desde los 12 años de edad. Su Madre, la Virgen María, tiene un papel relevante en todo el Evangelio, desde la Anunciación hasta la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, pero de José no volvemos a saber después del episodio del templo arriba señalado. Por lo que debió morir antes de que Jesús comenzara su Ministerio. Jesús tenía un respeto sacro por la Ley mosaica, ley revelada a Moisés por Dios durante la marcha del pueblo de Israel a través del desierto del Sinaí. Por ello cumpliría fielmente el cuarto mandamiento: "Honrarás a tu padre y a tu madre". En el Evangelio vemos a una Virgen María que sigue a Jesús y a un Jesús que acompaña a la Virgen María, exactamente como cualquier madre e hijo. Las palabras que Jesús dirige a Juan en la cruz nos muestran el profundo amor que sintió por su Madre por la que mostró preocupación a las mismas puertas de la muerte (Juan, capítulo 19, versículos 26-27):
Jesús, viendo a su madre y junto a ella al
discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo
la acogió en su casa.